Recuerdo con cariño esta carta. Me salió en un momento de desesperanza (uno de los tantos), en el menos oportuno: días previos a mi examen de grado. La consecuencia fue inesperada, no sé bien si inspiradora o, por el contrario, frustrante. Luego de leerla, increíblemente mi querido padre me dijo lo siguiente: "Hijita, definitivamente te equivocaste de carrera".
Querida ilusa:
En estos días te has preguntado muchas cosas:
sobre el futuro, los errores, las carencias (de dinero principalmente), las
consecuencias de tus actos y la verdad, no comprendo cómo es que de un momento
a otro se te han juntado las situaciones trágicas como si las hubiesen
convocado especialmente a tu vida.
Todo empezó cuando te quedaste sin trabajo, así,
sin más ni más, sin previa notificación. Viste como en un instante se esfumaron
tus esperanzas y sobretodo, tus expectativas económicas. Entonces sentiste que
el mundo se te venía encima enterito, que te quedabas sin piso, que te faltaba
el aire, etc. etc... Una cosa es que tú tomes la decisión de irte y otra muy
distinta que te digan "ya no más, lo sentimos mucho". Oh!!! por
Dios... empezaron los problemas. Y si a eso le agregas que tu condición profesional
es hasta el momento incierta porque te encuentras en el trance de ser
"nadie" y "profesional", puedes empezar a sentirte peor...
porque nadie te va a contratar si no tienes un papelito con un montón de sellos
al que le suelen llamar "título".
Pero aún falta más... es precisamente en este
trance de decaimiento laboral-profesional cuando te das cuenta que tus únicos
ahorros fueron a parar a manos de la estilista que, bien buena ella, te cobró
la módica suma de 80 dólares por laciarte el cabello permanentemente. Ah!, te
olvidabas... como tu vanidad ha ido en incremento últimamente, has pedido a tu
proveedor de "Natura" una lista un poco larga de cremas, shampús y el
último perfume de canela con vainilla -fragancia inédita- que estaba de oferta
en el catálogo. En consecuencia, te has quedado sin trabajo, sin ahorros y
endeudada... qué maravilla.
Sin embargo, como siempre hay algo peor (hasta
hace poco lo "peor" era seguir viajando en combi), te has peleado con
la única persona que podía animarte profesionalmente y quizá, hasta sacarte de
esos apuros económicos a los que ya lo tienes acostumbrado: tu padre ¿por qué?
porque el señor se ha convencido que eres una rebelde sin causa, indisciplinada
(serio agravante), malcriada, dependiente, caprichosa e ilusa, sí... una triste
ilusa que no sabe "prever" nada... no como él, el hombre perfecto que
siempre está buscando superarse a sí mismo. Mira tú, y pensar que alguna vez
fuiste una chica tranquila que no daba problemas, muy aplicada y hasta con un
futuro prometedor... que vergüenza.
Y justo cuando pensabas que nada peor podía
pasarte, tu alma mater suspende tu tan esperado examen de grado, tu única
salida para dejar de ser "nadie".
Vaya, no quisiera estar en tus zapatos, querida
ilusa.
Es ahora cuando necesitas pensar y escudriñar cada
uno de tus actos y también cada uno de los pasos que vas a dar. Reconoce que te
excediste, que no supiste administrar tu dinero, que dejaste pasar un año
tontamente para obtener el pasaporte a tu libertad (que en la práctica se llama
"título"), que te confiaste de las promesas laborales de charlatanes
y por eso ahora reniegas. Reconoce también que hay personas que se preocupan
mucho por ti, que han apostado a ganador contigo y que con tus actitudes de
adolescente, los has defraudado.
Luego de este examen de conciencia te diré que yo,
quien más te conoce y quien más te critica, sé bien como piensas, sientes y
actúas. Estoy segura que sabrás sobreponerte y que esta mala racha pasará,
porque después de la tormenta siempre viene la calma, porque Dios sabe porqué
hace las cosas y sus designios son inimpugnables y, como ha sido costumbre en
tu vida, siempre para algo bueno.
Pronto encontrarás un mejor trabajo, ganarás más
dinero del que imaginabas ganar, honrarás tus deudas, jurarás ante Dios -con la
mano derecha bien en alto- ser una profesional digna y buena (felizmente que el
juramento no exige amar la carrera) y, con suerte, también te reconciliarás con
tu papá para que el día de tu colegiatura sea él quien te ponga la medalla en
el pecho.
Y ya no reniegues por las combis, pronto también
podrás comprarte un auto.
Con cariño:
Tu conciencia.
(PUBLICADA POR PRIMERA VEZ EL 14.05.2009)