lunes, 10 de septiembre de 2012

QUERIDA ILUSA

Recuerdo con cariño esta carta. Me salió en un momento de desesperanza (uno de los tantos), en el  menos oportuno: días previos a mi examen de grado. La consecuencia fue inesperada, no sé bien si inspiradora o, por el contrario, frustrante. Luego de leerla, increíblemente mi querido padre me dijo lo siguiente: "Hijita, definitivamente te equivocaste de carrera".

Querida ilusa:

En estos días te has preguntado muchas cosas: sobre el futuro, los errores, las carencias (de dinero principalmente), las consecuencias de tus actos y la verdad, no comprendo cómo es que de un momento a otro se te han juntado las situaciones trágicas como si las hubiesen convocado especialmente a tu vida.


Todo empezó cuando te quedaste sin trabajo, así, sin más ni más, sin previa notificación. Viste como en un instante se esfumaron tus esperanzas y sobretodo, tus expectativas económicas. Entonces sentiste que el mundo se te venía encima enterito, que te quedabas sin piso, que te faltaba el aire, etc. etc... Una cosa es que tú tomes la decisión de irte y otra muy distinta que te digan "ya no más, lo sentimos mucho". Oh!!! por Dios... empezaron los problemas. Y si a eso le agregas que tu condición profesional es hasta el momento incierta porque te encuentras en el trance de ser "nadie" y "profesional", puedes empezar a sentirte peor... porque nadie te va a contratar si no tienes un papelito con un montón de sellos al que le suelen llamar "título".


Pero aún falta más... es precisamente en este trance de decaimiento laboral-profesional cuando te das cuenta que tus únicos ahorros fueron a parar a manos de la estilista que, bien buena ella, te cobró la módica suma de 80 dólares por laciarte el cabello permanentemente. Ah!, te olvidabas... como tu vanidad ha ido en incremento últimamente, has pedido a tu proveedor de "Natura" una lista un poco larga de cremas, shampús y el último perfume de canela con vainilla -fragancia inédita- que estaba de oferta en el catálogo. En consecuencia, te has quedado sin trabajo, sin ahorros y endeudada... qué maravilla.


Sin embargo, como siempre hay algo peor (hasta hace poco lo "peor" era seguir viajando en combi), te has peleado con la única persona que podía animarte profesionalmente y quizá, hasta sacarte de esos apuros económicos a los que ya lo tienes acostumbrado: tu padre ¿por qué? porque el señor se ha convencido que eres una rebelde sin causa, indisciplinada (serio agravante), malcriada, dependiente, caprichosa e ilusa, sí... una triste ilusa que no sabe "prever" nada... no como él, el hombre perfecto que siempre está buscando superarse a sí mismo. Mira tú, y pensar que alguna vez fuiste una chica tranquila que no daba problemas, muy aplicada y hasta con un futuro prometedor... que vergüenza.


Y justo cuando pensabas que nada peor podía pasarte, tu alma mater suspende tu tan esperado examen de grado, tu única salida para dejar de ser "nadie".


Vaya, no quisiera estar en tus zapatos, querida ilusa.


Es ahora cuando necesitas pensar y escudriñar cada uno de tus actos y también cada uno de los pasos que vas a dar. Reconoce que te excediste, que no supiste administrar tu dinero, que dejaste pasar un año tontamente para obtener el pasaporte a tu libertad (que en la práctica se llama "título"), que te confiaste de las promesas laborales de charlatanes y por eso ahora reniegas. Reconoce también que hay personas que se preocupan mucho por ti, que han apostado a ganador contigo y que con tus actitudes de adolescente, los has defraudado.


Luego de este examen de conciencia te diré que yo, quien más te conoce y quien más te critica, sé bien como piensas, sientes y actúas. Estoy segura que sabrás sobreponerte y que esta mala racha pasará, porque después de la tormenta siempre viene la calma, porque Dios sabe porqué hace las cosas y sus designios son inimpugnables y, como ha sido costumbre en tu vida, siempre para algo bueno.


Pronto encontrarás un mejor trabajo, ganarás más dinero del que imaginabas ganar, honrarás tus deudas, jurarás ante Dios -con la mano derecha bien en alto- ser una profesional digna y buena (felizmente que el juramento no exige amar la carrera) y, con suerte, también te reconciliarás con tu papá para que el día de tu colegiatura sea él quien te ponga la medalla en el pecho.


Y ya no reniegues por las combis, pronto también podrás comprarte un auto.



Con cariño:

Tu conciencia. 

(PUBLICADA POR PRIMERA VEZ EL 14.05.2009)

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